Amigas,
amigos:
Con
motivo del Año Nuevo, he recibido de ustedes generosas palabras de
saludo y la manifestación de buenos deseos para 2016. Quisiera
corresponder a esa muestra de amistad. Hace ya bastantes años, nos
valíamos con ese propósito de las tarjetas de UNICEF. Hoy apelamos
a la informática, más rápida, más cómoda, más barata, pero
también de menor calidez.
Para
tratar de mantener un contacto más personal, mi saludo consiste en
el envío a continuación de un fragmento de la página 207 de mi
libro Réplica de un maestro agredido, publicado en 2005.
Reciban
un fraternal abrazo de
Miguel
Soler Roca
“La
expresión calidad
de vida es
hoy más usada, con distintos fines, naturalmente, por los mercaderes
que por los educadores. Los primeros difunden un modelo de supuesta
calidad vital y no cesan de saturarlo de ilimitadas ofertas, algunas
aparatosas, otras exóticas o mágicas, la mayoría simplemente
fútiles. (…) Así se nos va distrayendo de la tarea, tan propia de
humanos, de construir nuestra persona gozando también de lo bello,
lo inteligente, lo casi siempre difícil, por emotivo, por elevado,
por misterioso, por intransferible.
Resistamos,
maestra, maestro, la amenaza de ser culturalmente plastificados.
Busquemos y gocemos las mejores formas de expresión, las auténticas,
las que más nos alejen de cuanto conlleva de trivial esta perversa
maniobra de cercarnos para empobrecernos. Luchar por cultivarnos con
exigencia ética y estética requiere seleccionar adecuadamente la
semilla a sembrar. Es una forma más de defendernos de la pobreza, la
pobreza de las sensaciones y los pensamientos, y de ganar experiencia
para esa gran misión que consiste en dotar a nuestros alumnos de
herramientas para que ellos también construyan su propio concepto
crítico de calidad de vida”.