Celebrando el XXX Aniversario de la Gran Cruzada Nacional de Alfabetización, nuestro Río Coco habrá dicho alto y claro ¡Yang, lika sipsna!
Ese yo sí puedo leer y escribir miskito retumbará a lo largo de los más de 410 kilómetros de Río, desde Carrizal a Cabo Viejo, envolviendo todas y cada una de las comunidades de Río arriba, de Río abajo y del Llano Río abajo y reparando ¡por fin! una injusticia histórica más de las muchas recibidas por nuestros pueblos indígenas de la costa caribe. Y enseguida se sumarán las gargantas y los corazones de las gentes iletradas de las comunidades de Siuna, de Bonanza, de Musawás, de Rosita, que ya nunca más volverán a mancharse de tinta el dedo gordo para decir su nombre en un papel blanco. Iletradas mayangnas, miskitas, mestizas y de cualquier origen o condición, con la piel morenita o más blanca, moravas, católicas o evangelistas, viejitas o jóvenes, hombres o mujeres, toda clase de gentes costeñas, una piña de gente diversa y ahora alfabetizada de letras y esperanza, serán el principal protagonista de la Declaración del Río Coco sagrado, del Triángulo Minero, de la RAAN toda, TERRITORIO LIBRE DE ANALFABETISMO.
Y cuando ese momento llegue habrá que recordar algunas páginas de nuestra historia para entender la importancia de esa Declaración…
(Páginas escritas de manos de los actuales descendientes de diversos procesos migratorios, que arrancando hace unos seis mil años de los chibchas de la antigua Mesoamérica en la búsqueda de nuevos espacios para vivir llegan a soldar los últimos eslabones de la cadena: los sumus-mayangnas y los miskitus, entre otros. Y continuará escribiéndose la historia con nuevas páginas de otros descendientes: los mestizos resultantes de nuevos eslabones surgidos de la colonización a partir del siglo XVI por las potencias europeas, España e Inglaterra, el neocolonialismo, norteamericano, el avance de la frontera agrícola, la Revolución Popular Sandinista, la guerra y la Ley de Autonomía Regional y la creación de las Regiones Autónomas del Caribe nicaragüense,…
Y cuando hablamos de páginas escritas no hablamos de ningún alfabeto conocido. Las páginas en nuestra costa caribe se escribieron siempre con sangre, con irrespeto y sufrimiento y con muerte. En efecto, cuando en la noche del 11 al 12 de octubre de 1492, las corrientes arrastraron a las desesperadas naves comandadas por Colón a tierra firme y los españoles ponen pie en Guanahaní, isla poblada por unos 1500 indígenas y rebautizada con el nombre de San Salvador, una de las peores catástrofes de la Historia iba a comenzar: 30 años después sólo quedaban 11 indígenas en estas islas… La búsqueda del oro que se dice abundante en muchas islas de las Antillas motiva el saqueo y la humillación de los nativos y toda clase de torturas y crueldades forzándoles a decir dónde se halla el codiciado metal. Los invasores desconocen a quienes tienen enfrente, menosprecian su color, su apego a la naturaleza, sus creencias y su filosofía de vida comunitaria, cooperativa y solidaria y de vivir al día sin atesorar para mañana y se comportan en forma abusiva con los indígenas, especialmente con las mujeres… Pero esta gran violencia, que llega pronto a ser franco genocidio, consigue también que los taínos aprendan pronto los verdaderos intereses e intenciones de quienes no vinieron como visitantes sino como invasores y ultrajadores: había nacido una nueva y trágica categoría de relación. En aquel Mar de las Antillas, más salado que ningún otro de los conocidos, seguramente por el vertido de tantas lágrimas de sus sometidos pobladores, en aquel Caribe acabado de colonizar, había nacido también la resistencia frente al invasor; más compleja todavía, porque entre los nativos habría algunos que optarían por el camino de la colaboración y el vasallaje… De manera que cuando unos años después, en 1523, el capitán Gil González Dávila llega a Nicaragua y toma posesión del territorio en nombre de la Corona Española las reglas del juego ya eran bien conocidas por ambas partes. O no tan bien conocidas, pues tuvo que llegar a gobernar, entre 1527 y 1531, “el primer Somoza”, de nombre Pedrarias Dávila, conocido así por su ambición, nepotismo y crueldad, y por enviar a Pizarro, en Perú, a miles de indígenas como mano de obra esclava para las minas y la madera preciosa de miles de árboles, para que se empezara a entender que cosa era la conquista y colonización de Nicaragua. Una Nicaragua que, según una conocida crónica del fraile dominico Bartolomé de las Casas dirigida al Consejo de Indias en 1535, recuerda que “de los seiscientos mil habitantes que vivían han quedado unos quince mil a causa de las enfermedades, de los malos tratos y de las deportaciones de esclavos en masa al Caribe y al Perú”… En sólo 11 años, entre 1524 y 1535, la población indígena nicaragüense se redujo de 600 a 15 miles, muriendo pues 585 mil, un 97’5 por cien. Circunstancia que hace decir al Gobernador Francisco de Castañeda, en una carta que escribe a España, que “los indios de esta Provincia se acaban, no hay indios para cuatro años”… No se cumplirían, no obstante los temores del Gobernador pues la Reina española Isabel I “la Católica”, previsora ella, ya había autorizado en 1501 la introducción de esclavos negros en América y en 1511 ya se dictó una Real Cédula española autorizando oficialmente la esclavitud africana en América… Cosa bien natural pues, recordemos, que por aquel tiempo ni los negros, ni los indios eran considerados personas: sólo hasta 1537 el Papa Paulo III declarará en una Bula a los indios “hombres verdaderos” y pasarán décadas, siglos, hasta que lo escrito en la Bula sea transformado en Ley para cumplirse.
Sabemos que el Pacífico sufre la peor parte y que la Costa Caribe nicaragüense, aunque ya vista e incorporada a la Corona Española desde el comienzo del siglo XVI, seguramente por su inaccesibilidad geográfica, aislamiento y hostilidad y resistencia armada de sus pueblos a los invasores, evita en gran medida esta catástrofe demográfica que acarreó la conquista. Sin embargo, los intentos de sumisión y reducción de estos pueblos, aunque infructuosos, no cesaron hasta el siglo XVIII. Muchos indios resistentes a la esclavitud y a los vejámenes y arbitrariedades a que eran sometidos se alzaban en armas y ante la desproporción de recursos militares huían a las montañas del interior o río arriba desarticulándose así la producción agrícola de las comunidades y la organización social que la sostenía y cayendo en descuido la cría de animales, la recolección de frutos, la caza y la pesca. De manera que si antes de la conquista no se conoce en Nicaragua, como tampoco en América, la desnutrición, y se disfruta, aún en tiempos de desastres naturales, de una dieta balanceada sostenida por la existencia de diferentes y abundantes fuentes de alimentos, la destrucción del sistema social, político y productivo que provocó la conquista fue la causa principal para que la desnutrición apareciera como un problema crónico, grave, biológico y social. Un problema que ya no abandonará nunca más a estas gentes y todas sus descendencias: la primera gran hambruna registrada en las Crónicas de Bartolomé de las Casas, en 1528, habla de entre 20 y 30 mil personas muertas por el hambre y hasta hoy que se prolonga en una gran mayoría de costeñas y costeños como una desgracia que pareciera irreparable…
Desde estos episodios, la Región sólo había sido visitada ocasionalmente por los españoles y europeos hasta la llegada de comerciantes y piratas ingleses y franceses que no menguaron, sino todo lo contrario, el sufrimiento y la pobreza de sus habitantes. La ocupación inglesa de Jamaica, en 1655, crea un nuevo polo económico que se extendió a lo largo del litoral caribeño desde la actual Belice hasta la Costa Atlántica nicaragüense. En este marco, la piratería inglesa, aprovechando las guerras y rivalidades militares con España y la propia hostilidad de los aborígenes costeños hacia los españoles del interior, hacen de la Costa un lugar de refugio, aprovisionamiento y comercio. Y así, desde mediados del siglo XVII, la corona inglesa desde Jamaica impulsó el establecimiento de varias factorías comerciales substituyendo el dominio político de la Corona española sobre un territorio que era marginal para los intereses del imperio español. La presencia inglesa, y su éxito en establecer relaciones comerciales en el Caribe nicaragüense, modificó, en una medida que no había ocurrido antes, la cultura original de las etnias del Atlántico. Después, la Corona inglesa llegó incluso a reclamar derechos de protectorado sobre la Costa Caribe nombrando autoridades locales bajo su jurisdicción y subvirtiendo y contaminando la organización social, política y económica de las comunidades costeñas.
El saqueo de nuestros pueblos indígenas continúa: oro, pero también añil, sebo, gallinas, maíz, cacao, algodón, cuero, índigo, cochinillas, xarcia, palo de Brasil, brea, pieles, tabaco, azúcar, copal, achiote, carne salada, cera, bálsamo, vainilla, sebo, palo de tres tintas, miel, piedras de moler, maderas nobles, caparazones de tortuga… y esclavos y esclavas, como una mercancía más. El mestizaje, sobre todo el zambo-miskito, y la monarquía miskita patrocinada por Inglaterra cambian lo externo pero la pobreza y la explotación continúan en lo interno de las sociedades costeñas.
Con la segunda mitad del siglo XIX, las pugnas entre Inglaterra, Estados Unidos, filibusteros del aventurero racista gringo William Walter incluidos, y el joven Estado de Nicaragua por el dominio de la Costa Caribe nicaragüense mantienen la reserva de la Mosquitia como forma organizativa de autogobierno hasta su reincorporación definitiva a la República de Nicaragua en 1895 de mano del General Zelaya. Es bien sabido que uno de los primeros actos que realizó Zelaya después de la incorporación de la Costa fue la repartición de grandes extensiones de tierras costeñas entre sus amigos, parientes y él mismo y la concesión de más del 10% del departamento que llevó su nombre comprando y controlando la mayoría de actividades comerciales de la Región en unas pocas familias: el saqueo continuaba…
Pero el gran golpe vendrá sobre todo a partir de 1880 con la llegada de la fiebre del oro a Nicaragua y se dibuja el triángulo minero de la RAAN. Empresas de EEUU y de Canadá acaban haciéndose con la explotación de los yacimientos. La población agrícola se traslada a trabajar a las minas. Las empresas mineras explotan las minas, los mineros y el medio ambiente, irresponsablemente. Coexisten la minería industrial y la "güirisería" o minería artesana que dejan un gran deterioro ambiental y humano, con problemas graves de pobreza, de déficits sociales, de salud y pérdida de recursos naturales escribiéndose seguramente la página más siniestra de todas las escritas, escritas siempre con sangre, con irrespeto y sufrimiento y con muerte, desde el sometimiento taíno iniciado aquella noche entre el 11 y el 12 de octubre de 1492…
Con la intervención militar norteamericana de 1894 en la Mosquitia, que quedó totalmente descabezada, sin liderazgo, con sus estructuras desarticuladas y desmanteladas, se perdió la autonomía costeña iniciándose la economía de enclave y el control norteamericano de las riquezas de la Región. La economía de enclave dio inicio e introdujo los intereses mercantiles y capitalistas en la Costa Caribeña: los enclaves norteamericanos abarcaron una docena de poderosas compañías que se organizaron como pequeños estados, estructuraron una división étnica del trabajo donde la dirección del proceso productivo quedó en manos de norteamericanos y donde la administración de las compañías era también el poder político y legal de la zona donde operaban que contaban siempre con el apoyo de las autoridades nacionales. Los enclaves bananeros, madereros, mineros, de extracción de caucho, de ganado, caña, pesca, etc. sometieron a la población costeña a un régimen infrahumano de explotación que sólo dejó miseria, enfermedades, destrucción ecológica y un agotamiento casi irreversible de los recursos naturales: una situación similar a la vivida por la población indígena del Pacífico en la época colonial. En este período, el sistema de gobierno encabezado por las oligarquías liberales y conservadoras nacionales entregó a precio de moneda devaluada, inclusive como regalías, los recursos de la Costa Atlántica a la codicia de las compañías extranjeras y a familiares y amigos cercanos… Después de su intervención de 1894 los marines de los EEUU desembarcaron nuevamente en la Costa Atlántica en 1926 a fin de proteger las inversiones norteamericanas en la Región y apoyar al gobierno nicaragüense de turno. Pero esta vez no contaban que un tal Augusto C. Sandino levantaría alta la bandera de la liberación contra los enclaves norteamericanos y canadienses, la intervención yanqui y el entreguismo de los partidos tradicionales expulsando a los norteamericanos, 1932, después de veinte años de ocupación…
Los gobiernos somocistas que siguieron tuvieron un comportamiento hacia la costa caribeña similar a los gobiernos oligárquicos precedentes caracterizado por la utilización del territorio y sus recursos naturales como si fuera un botín de guerra… el mantenimiento y aumento de la pobreza serán pues una consecuencia de la exclusión de la que han sido objeto las comunidades costeñas de la construcción del estado nacional nicaragüense: por poner un ejemplo, no es hasta 1982 que se abre el primer camino que comunica a la Costa Atlántica con el resto del país… De manera que, paradójicamente, la Costa Atlántica, Región con mayor extensión territorial de la República y con las mayores reservas de recursos naturales del país, ha sido marginada de los servicios básicos como la energía eléctrica, el agua, el transporte, la salud o la educación generando lo que en la Región se conoce como “el doble impuesto”: el costo de los servicios básicos es el doble de la media nacional… los más pobres tratados como si fueran los más ricos.
Con el nuevo milenio, estadísticas de Desarrollo Humano del 2001, al comparar con el resto del país las brechas de equidad son muy visibles: dos quintas partes de las y los niños de 7 a 12 años no asistía a la escuela y de los que se matriculaban en primer grado sólo el 30% concluía el cuarto grado de primaria; los años promedio de escolaridad a nivel nacional eran de 6’6 y de sólo 2’1 en la Costa; cuando el analfabetismo era del 20’9% en el país en la Región ascendía a un 31’4%; 58’7% de la población con acceso a agua a nivel nacional y 19’7 en la Costa; 83’7% de viviendas con servicio higiénico por 66’8%; índice de electrificación de 49’26 por sólo 4’24; densidad telefónica de 30’4 por 2’9. Han pasado los siglos pero siguen escribiéndose las mismas páginas escritas siempre con sangre, con irrespeto y sufrimiento y con muerte…
Páginas mayangnas, de los nosotros, hijos del sol, aquel pueblo antiguo de origen asiático, mayoritariamente chinos, sabio y poco conocido hasta que un tal Malcom Fisher, allá por el siglo XIX habla de ellos cuando invade sus comunidades en busca de yacimientos de oro y sobre todo cuando los pastores moravos, alrededor de 1905, llegan con el objetivo de sumarlos a sus creencias…
Páginas miskitas, escritas sobretodo desde los asentamientos de los sectores de Tasba Raya, en el municipio de Waspam, pero también a lo largo del litoral caribe, desde Cabo Gracias a Dios a la barra del Río Grande de Matagalpa. Páginas de aquellas primeras gentes que establecen relaciones con los europeos, que manejan como ningún otro pueblo de la época las armas de fuego, que mantienen por dos siglos un sistema monárquico en alianza con los británicos contra los españoles y que no dejan de luchar nunca por su identidad.
Páginas escritas desde el Triángulo Minero, desde Rosita, desde Siuna, desde aquella Bonanza ya conocida en el siglo XVIII como la “Reina de las Montañas” que crea su primer poblado mestizo, San Pedro de Pis-pis, a pocos kilómetros del pueblo, con la primera mina, llamada Constancia, a finales del siglo XIX, para iniciar su camino como campamento minero asentándose definitivamente en el centro del valle del río Tunky y dejando como herencia un mundo de infamia levantado con la explotada gente minera enferma de silicosis y tuberculosis. Páginas escritas desde Musawás por todo el camino que desde Bonanza durante seis horas atraviesa cerros, colinas, bosques y hasta trece criques para llegar a la comunidad de Suniwás y terminar el viaje o, en ruta alternativa, llegar a la presa de Salto Grande para continuar embarcado en un kuring nihni, bote con motor, por el Río Pis-pis entre ocho a doce horas según viajemos en verano o en invierno…
Páginas todas de unos pueblos resistentes a los contratiempos de la Historia, a la explotación de sus recursos naturales y al olvido secular de sus derechos humanos, culturales y económicos. Páginas de unos pueblos reducidos a la pobreza y el analfabetismo, sin acceso real a la salud, a la educación, a la alimentación y la vivienda dignas, a la dignidad que se merecen como nicaragüenses que son.
Pero páginas escritas también en los sandinistas sueños de nuestro General de Hombres Libres allá en San Carlos o quizás en Wiwilí o en su caminar libertario y proféticamente bolivariano con las gentes de su pequeño ejército loco; o en las páginas no menos generosas y escritas con sangre propia del Comandante Carlos escribiendo la crónica de una Nicaragua Libre, libre de la dictadura, de la dominación imperialista y de la falta de justicia social y, para empezar, libre de analfabetismo…
Páginas y páginas, infinitas páginas, escritas con el corazón a lo largo de los siglos por unos pueblos iletrados a quienes hasta hoy nadie nunca les regaló el pan de la enseñanza más elemental, el amasado con la harina del alfabeto y el amor y cocido con la levadura de los sueños de Sandino y de Carlos en el horno de la Revolución…)
O dicho de otra manera: después de siglos de oscurana, y en medio de una crónica hostilidad de la Historia hacia sus gentes y territorios, el reto de la alfabetización de los pueblos de la costa Caribe no era cualquier cosa, no era como si dijéramos coser y cantar… una cosa sencilla. Todo lo contrario: después de la Gran Cruzada Nacional de Alfabetización, después de Río San Juan y después de traer y concluir el pilotaje del Yo, sí puedo a Nicaragua, la alfabetización del Río Coco era el gran reto para cerrar el círculo de la Pedagogía del fango, del sudor y de la esperanza cumpliendo el sueño de Sandino y cumpliendo el sueño de Carlos…
Una vez más, teníamos la obligación de asumir el nuevo reto, enamorarnos y enamorar hasta conseguir volver a demostrar al mundo que el modelo pedagógico y político de la Revolución podía volver a hacer de la alfabetización, ahora en la costa caribe nicaragüense, un proceso movilizativo y participativo donde el pueblo enseñara al pueblo dándolo todo sin pedir nada a cambio y transformando las dificultades en posibilidades haciendo de la alfabetización y la educación el motor del desarrollo humano sostenible y, por tanto, del desarrollo económico y la mejora de las opciones de bienestar de nuestros antepasados y sus descendientes costeñas y costeños…
Pero, repetimos, no ha sido nada fácil… Cuando llegue el momento de la sistematización y la evaluación final podremos contemplar las dificultades logísticas, pedagógicas, metodológicas, políticas, culturales y económicas que hemos tenido que superar a lo largo de estos tres años para atender 411 kilómetros del Río Coco o las comunidades del Triángulo Minero y Musawás, por ejemplo:
- los enormes gastos para desplazarnos y desplazar las brigadas de jóvenes universitarios que en número superior a 500, procedentes de todas las universidades públicas del país, llegaron durante dos años consecutivos. Los miles de kilómetros, en camioneta, en panga, a pie, creando o dando seguimiento a puntos, reponiendo el material o acompañando brigadistas y facilitadoras…
- la necesidad de una gran determinación y compromiso con el pueblo costeño, respetando sus peculiaridades lingüísticas y culturales, enamorando líderes, organismos y participantes, aguantando días y días de viaje, lodos, lluvias, tormentas, durmiendo en tapesco, o el mero suelo, padeciendo distancias, lejanías, pobreza, tranques, escasos recursos,… Las innumerables entrevistas y coordinaciones con autoridades y técnicos regionales y municipales, líderes y jueces comunitarios, pastores, organismos, ejército y policía, consejos de ancianos, gentes de aquí y de allá; las asambleas populares y reuniones específicas para avanzar en tal o cual tema o solucionar un problema concreto,…
- la necesaria adaptación organizativa, metodológica y didáctica, elaboración de los nuevos materiales específicos, estudiando las capacitaciones, la captación y seguimiento técnico de facilitadoras y facilitadores, la elaboración de censos, la nuclearización y la solución de imprevistos,… El trabajo realizado para ensayar, sistematizar, evaluar y poner en práctica las estrategias, las mañas, más adecuadas para el Río, para entrar en cada comunidad y lugar, para orientar cada punto de alfabetización en funcionamiento, para enamorar todo tipo de gentes respetando sus identidades culturales y su dignidad como personas y como pueblos diversos…
Pero, también, podremos mirar los logros conseguidos después de andar por tres años en el Río, en tantos lugares de la costa caribe norte, hasta conseguir nuestros propósitos. Logros que una vez más han superado la mera enseñanza de la lectura y la escritura y han vuelto a hacer de la alfabetización un proceso único e irrepetible de transformación de las personas y las comunidades y de sinergia hacía otros colectivos. Como por ejemplo estos:
- La complicidad de las universidades nicaragüenses con el proyecto de alfabetización en la RAAN que ha llegado a impactar incluso en las relaciones entre las diferentes comunidades universitarias: se substituyeron los morterazos por los besos y abrazos y las relaciones de camaradería…
- El compromiso de absolutamente todos los agentes de la Región y muy especialmente de sus pueblos: en el Río Coco se ha ido substituyendo el “pacíficos saura, malos”, managuas saura,… por una llamada envuelta de amor diciéndoles que no se vallan, que se queden allí con ellos…
- Y, desde luego, el compromiso con la alfabetización en el marco de la Pedagogía del Amor que quiere preservar el modelo pedagógico de nuestra Revolución: los miskitos enseñan a los miskitos y los miskitos aprenden de los miskitos.
- Todo ello ha hecho posible que Europa entera estuviera y esté atenta a la alfabetización de la costa atlántica. De manera que se reconoce no sólo la capacidad y determinación del pueblo de Nicaragua para erradicar el analfabetismo sino que Nicaragua sigue siendo hoy un ejemplo de movilización y participación popular como durante estos treinta años pasados desde 1980… I, en consecuencia, ya se prepara una importante y cualificada presencia internacional en celebración de la Declaración del Río Coco y la RAAN Territorio Libre de Analfabetismo…
- Finalmente, el logro más importante es la constatación de que el gobierno de Nicaragua tiene una esperanza en la AEPCFA, en el trabajo que se esta haciendo en todas las comunidades indígenas de la costa atlántica y en la fiabilidad y transparencia de los resultados finales.
Y es por eso que podemos decir que en el Río Coco, en la RAAN, estamos cumpliendo el sueño de Sandino, estamos cumpliendo el sueño de Carlos…
Orlando Pineda-AEPCFA, Managua y
Sebas Parra-IPF de España, junio de 2010
NOTA.- Para la redacción de este artículo se han consultado y utilizado fragmentos de diversas obras, especialmente de las siguientes:
-Zapata Webb, Yuri Hamed (2007): Historiografía, sociedad y autonomía. Desde Tuluwalpa, hasta las Regiones Autónomas de la Costa Caribe nicaragüense: un pasado y un presente diferente
-Wheelock Román, Jaime (2007): La comida nicaragüense
-Martí i Puig, Salvador (2002): Rebel•lions, bananes i volcans: Política i societat a Amèrica Central
-PNUD-CONPES (2001): Desarrollo Humano en la Costa Caribe de Nicaragua
-Rabella Vives, Joaquim (1995): Aproximación a la historia de Río San Juan (1500-1995)
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