La
Juventud Sandinista 19 de Julio [JS 19 de Julio] como protagonista de
la experiencia revolucionaria socialista y popular de la
alfabetización.
Por:
Fidel Ernesto.
«Dennos
al menos para resucitar todo el tiempo que nos dieron para morir»,
nunca unas palabras habían condensado y denotado tanto la búsqueda,
a día de hoy, de cada uno de los pueblos de América Latina. Una
búsqueda que se traduce en dar respuesta a la que una vez Job le
preguntó a Jehová. «Si
muere el hombre, ¿volverá a vivir?»
Quizás, por ello para José Martí esa frase no tenga más sentido
ni ubicación, que en Nuestra
América.
Una América que se retuerce guturalmente en sus dolores y gritos
pero-para-parir, no para llorar. Un continente, al que daban por
muerto o en el mejor de los casos, en desahuciada esperanza de vida.
Sin embargo, y por el soplo de algún viento que se filtra entre las
casas humildes, que todavía existen, reavivó el fuego donde se
hierve y se cocina, además de la tortilla, el mate o los frijoles, a
la mujer y el hombre nuevo. A ese individuo que brota, aún después
de los Reyes de Castilla y de los generales instruidos en West Point,
en palabras de un pasamontaña llamado Marcos, después de «la
larga noche de los 500 años».
Las
muestras de que esa América agónica de dictaduras, colonialismos e
imperialismos empezaba a andar, fueron los procesos de alfabetización
iniciados por la experiencia revolucionaria de Cuba con la «Campaña
Nacional de Alfabetización de 1961»,
y posteriormente, con la «Cruzada Nacional de Alfabetización de
1980» en Nicaragua. Paradójicamente, mientras en Estados Unidos se
negaba el derecho a la educación a gran parte de la población
negra, mientras los niños tenían que ser escoltados al entrar a la
escuela para que no fuesen linchados por los desenmascarados
partidarios del Ku Klux Klan que insistían en la inferioridad del
negro, en Cuba, un país con una población afro-descendiente
considerable, los estudiantes, tal como ha quedado demostrado con las
«Brigadas de alfabetización Conrado Benítez» y audiovisualmente
en la película de Octavio Cortázar «El brigadista», quemaban la
cuota de mujer y hombre viejo para dar lugar a la razón ética
originaria, a la actitud de un nuevo sujeto que aparte de reconocer,
se solidarice con aquél que por tantos años había sido, excluido,
explotado y olvidado. Pero claro, había que romper con Estados
Unidos para poder romper con aquella doctrina de Jefferson, que
prohibía la entrada de esclavos antillanos, porque se decía de
ellos que tenían la enfermedad de la rebelión. No obstante, el
momento álgido no tardó en llegar, y acaeció cuando se les declaró
como países libres de analfabetismo. Fue en ese instante, cuando el
último milagro mesiánico del: ¡Lázaro,
ven fuera!
fue dicho a una sola voz, gritada con la garganta de miles de jóvenes
estudiantes, de obreros y campesinos que se volcaron a la
resurrección del hombre y la mujer nueva. He aquí pues la lección
y la irrupción del pobre, del excluido, del explotado y del
analfabeto, que se levantaba de su lecho gélido de muerte para
enarbolar y fundar una nueva ética y una filosofía de la
liberación. No obstante, la reacción terrorista no se hizo esperar
«véase la Sentencia de la ICJ de EEUU vs. Nicaragua», y cómo
sucedió con Lázaro igualmente, los sacerdotes del mundo occidental
acordaron la muerte definitiva de Lázaro, para que no hubiera
testimonio vivo de lo logrado por Cuba y por Nicaragua. Después de
la tragedia, se pensó naturalmente en el llanto y las lágrimas,
pero ni en el norte de Nicaragua ni en Escambray ha habido tiempo
para ello, y la Juventud Sandinista 19 de Julio, representa ahora con
el hecho de asumir por sí misma el permanente proyecto
revolucionario de la alfabetización, lo que Julio Cortázar llamaría
esta nueva «batalla
de los lápices».
La
JS 19 de Julio, más allá de haber llevado a cabo el proyecto
socrático de otorgar las herramientas necesarias para el desarrollo
y el conocimiento de las personas por sí mismas, le imprimió el
sello propio de su tiempo y su circunstancia, tal como es la
liberación y el sandinismo. Que diciendo solidaridad, soberanía,
internacionalismo y compañerismo, estaríamos diciendo lo mismo. La
JS 19 de Julio, y el pueblo sandinista de Nicaragua en su conjunto,
lograron concretar una hazaña más allá de los cánones
tradicionales de la historia contada desde Heródoto, Tucídides,
Tito Livio o los cronistas de indias. Pues, a diferencia de aquellos
testigos literarios del pasado, la nueva historia que inaugura la
Campaña
Nacional de Alfabetización de 1980
en Nicaragua, y que la JS 19 de Julio mantiene como experiencia
revolucionaria socialista y popular, a pesar de sus dolores y sus
gritos, parió una nueva concepción de las tesis de la filosofía de
la historia. Pues, donde antes habían narraciones de combates entre
estrategas de distintas civilizaciones, duelos por los dominios de
las distintas casas reales, inventarios de esclavos o gladiadores
transportados o vendidos, en América Latina, por el hecho de haber
sido la perenne víctima de las pericias militares, bien de Fernando
VII como de Ronald Reagan, en esta región se comenzó a escribir la
historia de la solidaridad de la mano de sus mismos actores. Ya que,
si algo tiene la alfabetización como proyecto y prueba por
antonomasia de humanidad, es de surgir del seno de los oprimidos, que
al reconocerse como tales y obtener esa conciencia ética originaria
de liberación, no pretenden la opresión de la surgen y han
padecido. No hace falta escudriñar en demasía en la «Pedagogía
del oprimido»
de Paulo Freire, para enterarse de la gran carga humana, original y
solidaria con que la alfabetización inaugura una nueva concepción
no sólo de la historia, sino del sujeto que la hace.
Quizás,
esta cuestión tome aún más importancia con la esencia del
pensamiento de Giambattista Vico, quién al llegar a la conclusión
del «Verum
ipsum factum»,
busca sintetizar lo siguiente: que sólo podemos conocer
verdaderamente aquello que nosotros mismos hacemos. Y si la JS 19 de
Julio, a través de sus métodos, pretende demostrar que se puede
escribir una historia de la solidaridad, y por ende, conocerla
detalladamente, ya que seremos nosotros mismos quienes
conscientemente la hagamos, sería pues, una forma alternativa de
superar esa, hasta hoy perdurable situación, que gracias a la
sensibilidad de Walter Benjamin nos percatamos de su alcance. La de
creer erróneamente que el progreso debe ser independiente de la
destrucción que genera, sin ética y sin coherencia. En ese sentido,
la continuación de la «Campaña Nacional de Alfabetización» por
parte de la JS 19 de Julio, es una solución a esa dialéctica
negativa de la historia. La cual, bien necesitando poco tiempo, como
la duración de la onda expansiva de alguna de las bombas atómicas
desprendidas alevosamente desde el Enola Gay, o bien tardando siglos,
como ha sucedido con la legislación esclavista y sexista desde los
romanos hasta hace bien poco, ha demostrado con los detalles y las
sombras de cualquiera de las escuelas de arte plástica, las
desgracias que durante nuestra tristemente célebre historia humana
se ha hecho, y no sólo hecho, sino lo peor, que las hemos repetido.
Es decir, que si la JS 19 de Julio se propone que la historia de la
educación en Nicaragua, tal como la han concebido a partir de la
revolución sandinista, sea una referencia para los distintos tipos
de relaciones humanas, con claves de pacifismo, de solidaridad, de
soberanía y de paz, comparable indudablemente al gesto originario
ghandiano de conseguir la autodeterminación para la India, no única
ni exclusivamente para la creación de un cuerpo estatal
independiente de Gran Bretaña, sino, como patrón para proceder en
las innumerables relaciones intersubjetivas y humanas a la cual se
deben afrontar. Tal es el caso, sólo para citar algunos de los
ejemplos más acuciantes de las relaciones norte-sur, de la
consecución de la paz en las zonas de conflictos, la procura de
salud y alimentación en los sectores con altos índices de
mortalidad o desnutrición, entre otros. Entonces, si es eso lo que
la JS 19 de Julio se propone, si es ese instituir una ética
sandinista de actuar, tal como lo vienen haciendo hasta el momento,
mi enhorabuena para esta parte integrante e indispensable para la
permanencia de la Revolución Sandinista.
La
cuestión de la alfabetización, no debe ser tomada ni comparada con
la simplicidad de una medida gubernamental. Es ahí donde la JS 19 de
Julio afronta su peor obstáculo. Principalmente en la población
adulta, que con programas como «Yo sí puedo» están dando solución
a las consecuencias del período neoliberal de gestión económica
que perduró en Nicaragua desde 1990 hasta el año 2006. Pues, en
estos tiempos, los grandes desafíos del acceso a la educación
abarcan a la población mayor. Prueba de ello, es que el SITEAL
[Sistema de información de tendencias educativas en América Latina]
en el Informe destacado de 2013, señala en 25 % el analfabetismo
para la población mayor de 35 años, y en 13,4 % para la población
entre 25 y 34. Una solución a esta problemática, en una época en
la que el Mercado se ha expandido casi epidémicamente en la
educación, tanto que la convertido en un negocio falto de aquello
que para Marx o Kant se consideraba como medida de valor, pero
invaluable a la vez, la dignidad humana. Esa situación de abandono
educacional por parte del Mercado es lo que la JS 19 de Julio está
tratando de superar con la dignidad y belleza revolucionaria heredada
de todos aquellos jóvenes que una vez se volcaron a revertir el daño
educativo que la dictadura somocista había desencadenado después de
45 años de oscuridad cultural y espiritual. En este escenario, la
educación debe buscar medidas que eludan la plaga del Mercado. Esa,
que erige en máxima que sólo es útil pensar y enseñar aquello que
es útil para el hombre y la mujer del siglo XXI, que falsa y
fantasmagóricamente, más bien sofísticamente diría, nos hacen
creer que es la acumulación por la acumulación. Cada día que pasa,
y con la complicidad de los imperios de la comunicación masiva,
Protágoras deja de ser menos del siglo III a. de C., y de Abdera,
para volverse de cualquier sitio y de todo tiempo por venir, ya que
su: «el
hombre es la medida de todas las cosas», enunciado
a una sola voz desde todos los centros financieros, industriales y
culturales del mundo que se llama a sí mismo moderno, no hace más
que incitar a que el sujeto vuelva a convertirse en lo que para ellos
sigue siendo verdad, un lobo para sí mismo. Sin embargo, esa
licantropía con la que comulgan los países que han adoptado al
capital como holocausto necesario, y han deificado con la misma
sangre del sacrificio al Mercado, tal como en su momento lo hizo Mrs.
Thatcher, debe acabar.
En
este sentido, la alfabetización, que proviene de la más hondas
raíces de solidaridad obrera que se puedan encontrar en la
Revolución Bolchevique [Memorias de Lenin, N. Krúpskaya], o bien,
en las de la II república española [Los
milicianos de la cultura,
Christopher H. Cobb; Las
maestras de la República,
Elena Sánchez de Madariaga], representa una alternativa para
des-mercantilizar esa actividad intrínsecamente espiritual que es la
educación. Educación, que al igual que al derecho a la salud, las
han querido dejar fuera de las fauces del Mercado con el constructo
constitucional del Estado social, pero en este período, en donde el
mismo concepto de Constitución está en crisis, ¿cómo no se hará
vulnerable todo lo que ella contempla?, desde la educación hasta la
soberanía. Por ello, la JS 19 de Julio debe tener en cuenta que al
provenir del pueblo organizado, tiene en sus manos la actitud
originaria de poder, soberanía y solidaridad, con la cual construir
un mundo nuevo para hombres y mujeres nuevas, en la que la dignidad
deje de estar en el estante del mercader y la educación esté en la
puerta de cualquier casa, incluso en aquellas que debido a su
humildad, no tengan puertas. Por razones como éstas, que la JS 19 de
Julio está adoptando en estos momentos con respecto de la
alfabetización, es que ha demostrado, que a pesar de los dolores y
los gritos que en la lucha contra la dictadura los revolucionarios
han sentido y gritado, para entonar finalmente el de ¡Victoria! un
19 de Julio de 1979, han sido gritos y dolores de parto, y como todo
parto, para traer algo nuevo, la dignidad de un pueblo que no ha
tenido tiempo para llorar y que no espera parir gracias a una
anunciación angelical, sino de la solidaridad que tenga para con él
mismo.
Feliz
XXXV aniversario de la Revolución Popular Sandinista.
.
Madrid,
17 de Julio de 2014.
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